viernes, 7 de octubre de 2016

Los sistemas de pensamiento no deben ser una barrera infranqueable



En otra oportunidad, les explicaré un poco más de este libro “Tú sí puedes ser feliz, pase lo que pase”, de Richard Carlson, que me alegro de haber descubierto. Lo vi, por casualidad, en una pequeña sección de libros de una papelería del pueblo donde viví por muchos años. Lo estuve hojeando, pensando que era uno de esos libros con “recetas simplistas” para poder superar los problemas, o para intentar ser más felices. Lo poco que leí me inclinó a comprarlo, sin pensar que pudiera convertirse en uno de mis libros de cabecera. El que más he recomendado a mis pacientes, así como a amigos y familiares.

Hoy, quisiera centrarme en los sistemas de pensamiento, que es una parte del primero de los cinco principios que propone el autor: El principio del pensamiento.

El tema de los sistemas de pensamiento es muy importante, ya que está influyendo constantemente en nuestra vida y, la mayoría de las veces, no nos damos cuenta de su gran incidencia. Estamos convencidos de ser objetivos en nuestros razonamientos, de estar analizando lo que sucede y no llegamos a comprender la razón por la cual otras personas no entienden aquello que les decimos y que, desde nuestro punto de vista, parece tan obvio.

Muchos de los desencuentros, malentendidos, disgustos y riñas que se dan entre las personas, suceden porque no somos conscientes de la existencia de los sistemas de pensamiento, porque no sabemos cómo se crean ni cómo están condicionando nuestra forma de pensar y nuestro comportamiento. Nos cuesta darnos cuenta de que los puntos de vista de los otros son tan correctos como los nuestros, por lo que se refiere a nuestra forma particular de ver el mundo. No tenemos más razón que ellos, ni ellos tienen más razón que nosotros. Todos los sistemas de pensamiento son igualmente válidos, aunque la aceptación de tal idea no sea de nuestro agrado.

El sistema de pensamiento es un resumen y condensación de nuestros pensamientos pasados y de toda la información que hemos ido acumulando a lo largo de nuestra vida, de nuestros aprendizajes, de nuestras experiencias. Al propio tiempo, de la forma como hemos respondido a lo que nos sucedía y de cómo nos hemos relacionado con otras personas. Todo esto nos lleva a poseer una forma estrictamente personal de ver y de interpretar el mundo.

Todas nuestras decisiones, nuestras reacciones ante lo que sucede y nuestras valoraciones de los acontecimientos, están condicionadas por nuestro sistema de pensamiento personalizado, el cual, es como un filtro por el que pasa la información antes de llegar a nuestra atención consciente. Es una pauta de pensamiento compleja y perfectamente tejida, que cristaliza en conceptos, creencias, expectativas y opiniones.

Nuestro sistema de pensamiento nos sirve para comparar, automáticamente, los datos o las situaciones nuevas a la luz de aquello que ya conocemos. Nuestro sistema de pensamiento utiliza toda esa información para interpretar la importancia relativa de lo que sucede en nuestra vida. Cuando actuamos exclusivamente de acuerdo a nuestro sistema de pensamiento, estamos pensando del mismo modo en el que estamos acostumbrados a pensar: es nuestro modo habitual de ver las cosas. De aquí, que reaccionemos de igual manera, ante los avatares que se nos presenten, a lo largo de nuestra vida.

Los sistemas de pensamiento contienen nuestra visón de “cómo es la vida”. Son los mecanismos psicológicos que nos convencen que tenemos razón, de que nuestros juicios son atinados o justos. Los sistemas de pensamiento son tercos por naturaleza y se oponen a los cambios. Son irremediablemente autócratas.

Nosotros buscamos muchas veces, sin darnos cuenta, cualquier información que sirva para confirmar nuestras opiniones y creencias, pasando por alto cualquier otra que podría llevarnos a conclusiones distintas. Debido a la manera en la que se estructura nuestra mente, siempre nos parecerá que existe una conexión lógica con las cosas que consideramos verdaderas. Nuestras creencias siempre nos parecerán perfectamente lógicas, dentro de nuestro propio sistema de pensamiento.

Nuestros sistemas de pensamiento nos llevan a creer que somos realistas y que vemos la vida tal como es. El hecho de que una persona pueda interpretar una situación como una oportunidad, mientras que otra vea esa situación como un problema importante, por una distinta forma de entender el mundo, no preocupa al sistema de pensamiento. Éste, descarta el punto de vista del otro, calificándolo de bien intencionado, pero equivocado. En todo caso, no del todo correcto.

Dado que nuestros sistemas de pensamiento están llenos de recuerdos del pasado -de la información que hemos acumulado a lo largo de nuestra vida-, nos incitan a que sigamos viendo las cosas de igual modo. Reaccionamos negativamente, o positivamente, una y otra vez, ante unas mismas situaciones o circunstancias, interpretando siempre nuestras vivencias presentes, tal como las hemos interpretado en el pasado. Sería aconsejable comprender que no estamos viendo la realidad, ni tampoco la verdad, sino sólo una interpretación de la realidad a través de nuestra forma particular de pensar, desde nuestras creencias y nuestros valores.

Dado que nuestros sistemas de pensamiento nos resultan tan familiares, nos parece que la información que nos proporcionan es verdadera y precisa. Aceptamos las ideas que nos resultan conocidas y que están de acuerdo con lo que pensamos, pasando por alto las demás.

Por eso es raro que la gente cambie sus puntos de vista políticos o religiosos, prefiriendo no hablar de ello con familiares o amigos. Cada uno está convencido de “saber la verdad” y de poder presentar ejemplos y razonamientos para apoyar sus afirmaciones. “Saben” que las otras personas “no entienden la verdad” que ellos ven tan clara y que nunca la entenderán porque “son tercos” y no quieren escuchar lo que ellos les dicen. Para evitar esos enfrentamientos, que suelen ser dolorosos, las personas tienden a relacionarse con quienes participan de sus creencias y les cuesta trabajo soportar a quienes no las comparten.

Lo normal, es que estemos conformes con nuestra forma de ver el mundo, con nuestra manera de pensar y que, por lo tanto, no tengamos la intención de cambiar nuestro sistema de pensamiento. También puede suceder que algunas personas vayan cambiando sus sistemas de pensamiento, a la luz de nueva información y de nuevas experiencias. Si empezáramos a tener dudas sobre nuestras creencias y nuestros valores, poco a poco iríamos cambiándolos hasta encontrar un equilibrio que nos permita interpretar las nuevas informaciones que nos lleguen.

Podemos mantener nuestros sistemas de pensamiento y nuestras ideas sobre la vida, pero sería conveniente reconocer su carácter arbitrario. Saber que nuestra forma de pensar puede chocar con personas que piensen de forma diferente, convencidas, al igual que nosotros, de ser poseedoras de la verdad.

Si comprendemos que cada uno actúa desde su propio sistema de pensamiento, podríamos empezar a ver más allá de este límite y percibir el valor de otros puntos de vista. No rechazaríamos rápidamente la información que nos desagrada, que va en contra de nuestros principios y de nuestras creencias. Nos daríamos permiso para escucharla, para tenerla en cuenta, para ver qué puede aportarnos, para intentar ponernos en el lugar de la otra persona. Entender cuáles son las ideas que para ella son importantes, escuchar sus argumentos y comprender por qué tenemos la tendencia a rechazar la información, sin siquiera revisarla.




Bibliografía:

CARLSON, Richard: “Tú sí puedes ser feliz, pase lo que pase”, Arkano Books.



Imagen encontrada en Internet. Desconozco su autor.



3 comentarios:

  1. Así es, podemos estar abiertos a la escucha activa y analizar esas opiniones, inicialmente no afines para ver que tiene de interesante y tal vez poder moderar nuestros principios a veces, demasiado arraigados.

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    1. ¡Claro! Es la única forma que tenemos para intentar que nuestro sistema de pensamiento sea sólido y a la vez flexible.

      Si revisamos nuestro propio pensamiento, nuestras creencias y valores, ello nos ayudará a tener un centro, pero este será desde la reflexión y la decisión personal, después del cuestionamiento de lo que hemos recibido desde la familia, el sistema educativo y la sociedad.

      Por otro lado, será lo suficientemente flexible como para poder modificar nuestros pensamientos y creencias, cuando consideremos que debemos modificarlos de acuerdo a nuevos conocimientos y experiencias.

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    2. Paloma, perdona la gran tardanza en responderte. Hoy vi tu mensaje y que no te había nicho nada. Un abrazo.

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